BREVE PASEO AL COMENZAR EL AÑO, por José Luis Puerto
Mañana de año nuevo. Venciendo cualquier pereza, nos levantamos temprano, como de costumbre, y salimos a dar un paseo por un entorno natural de ribera que rodea nuestra casa. El sol trata de vencer la niebla, algo que logra durante algo más de una hora.
Una bandada de aves celebra el día y la presencia de la luz solar con un vuelo gregario en el que, al realizar determinados giros, las alas se platean vivamente por los reflejos del sol y producen a nuestros ojos un efecto como de magia y de milagro. Y esta celebración del día por parte de un grupo de criaturas, ignorantes de cualquier cambio de año, nos produce una íntima alegría.
Las hierbas y plantas aparecen marcadas por las caligrafías de los cielos, con una escritura blanca de gran belleza, que la templanza del sol borrará. Otra belleza que se nos ofrece en la primera mañana del año y que activa esos gozos de la vista de que hablara Dámaso Alonso.
Pero, para nuestros oídos, hay otros gozos: el murmullo de las aguas del pequeño reguero, que, aunque oculto por la vegetación, no escapa su presencia a nuestro sistema auditivo, que convierte el susurro de las aguas en otra fuente de satisfacción.
No queda todo ahí. Acude a nuestra memoria cordial ese joven mantero negro, de origen senegalés acaso, que, perseguido por la policía, se arrojó a las aguas del Guadalquivir, donde pereció. Y acude hasta nuestro territorio de empatía, de complicidad, todo ese mundo de criaturas frágiles (inmigrantes, palestinos, hambrientos, pobres de todo tipo), que sufren los castigos de la vida, ante la indiferencia de casi todos, entregados a juergas, cotillones y otras lindezas, sin piedad alguna hacia los desheredados.
Y acude también, acompañando los pasos de nuestro paseo matinal, cuando la mayoría está durmiendo los excesos de la noche, la figura del antiguo presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, fallecido a los cien años y que dedicara la mayor parte de su vida post-presidencial a una actividad generosa en pro de los derechos humanos y de los desheredados y de las causas que merecen la pena.
Y Carter se suma así a esa minoría de seres humanos que, por su entrega generosa a los humildes, sostienen el sentido del mundo. Esa minoría en la que se encuentran, cada uno a su modo, Gandhi, Teresa de Calcuta, Luther King… y un significativo etcétera que cada cual puede ir sumando.
Pero, junto a la luminosa figura de Carter, nos viene a la memoria esa amenaza que se nos avecina con la llegada de ese nuevo presidente que, con esa terrible motosierra simbólica (ese siniestro símbolo de este tiempo), anuncia la destrucción de toda protección social para quienes la necesitan, de toda acogida para los inmigrantes… y de una actitud nada constructiva en torno a un orden mundial pacífico y marcado por el entendimiento de los pueblos.
Voy caminando en la mañana de año nuevo. Realizo algunas fotografías con el móvil de esas plantas heladas, tan hermosas. El sol no puede con la niebla, que termina difuminándolo todo. ¿Será un presagio?
Por nuestro caminar, transita siempre la esperanza y la confianza en el ser humano.