ABANDONO, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
Que las condiciones para que se provocara un fuego catastrófico estaban servidas, tan cierto es como que era sabido esto de antemano, puesto que no se tomaban las precauciones necesarias para evitarlo, ni en contratación de personal en el mes de junio, que hacía más calor que en otros agostos, ni en limpieza del monte durante el año.
Estamos pues, no ante una catástrofe natural, sino más bien ante una dejación de funciones preventivas por parte del presidente de la Junta, el consejero de Medio Ambiente, el director general, y el jefe de Servicio. Que cuando ha sobrevenido el infierno no hubiera en Villardeciervos un retén dedicado a la extinción de incendios, y que no haya previsión de fuegos, es imperdonable y repetitivo después de lo del año pasado en Ávila.
Ahora, donde había una naturaleza bella y exultante, hay tierra quemada, animales heridos y muertos, flora asfixiada, y personas que vivían en un paraíso y se encuentran que les rodea un infierno, lo que hará más imposible tanto el vivir como el tener de qué hacerlo.
Puesto que es un desastre anunciado y denunciado por los técnicos forestales cada año, estamos pues ante una tragedia que pudo ser evitable y no lo fue por la inexplicable inacción de los que están para ello. En estas tierras al oeste del oeste ya tan olvidadas por todos hace que este fuego les sirva de espejo de los problemas que la asfixian a través del fuego exterminador.
Y ahora la pregunta es ¿qué abandono se nos vendrá encima antes: el de las gentes de su tierra, o el de las autoridades que les fallaron?