CÓNCLAVE, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
Un amigo me recomienda que vea la película Cónclave, cosa que por su buen sentido hago.
Desde el primer momento me siento metido en lo que seguro es el ambiente real que existe en esta elección, y reconociendo ciertos rasgos de los personajes como muy reales. Las interpretaciones son muy buenas, y en caso del cardenal protagonista encarnado por el actor Ralph Feinnes de diez. Es por tanto una película recomendable de ver puesto que se trata de enseñar los interiores de la institución más internacional existente.
Ahora bien, también me ha suscitado muchas preguntas después de verla, y seguro que aún brotarán más. Algunas de ellas son estas: ¿Quién ha promovido la película? en la que si aparentemente la iglesia no sale muy bien librada, en el fondo más bien sí. Pues es un canto a la esperanza por parte de la facción eclesiástica que termina ganando desde su postura progresista, con la que vence al sector que ampara a un trepa, y al inmovilista anclado en el dogma del pasado. Esos, que en la escena política vuelven hoy con tanta fuerza de la mano de la ultraderecha, y que en la película es un sector a combatir.
La vida hace mucho que ha traído el derribo del edificio del dogma católico, y desde el cual todas las iglesias se han opuesto, en todas las partes, al progreso político al mismo tiempo y con la misma fuerza que lo hacían al progreso del pensamiento: la religión católica desde ya lejos viene siendo más un asunto de instituciones, de política y de continuidad histórica que un refugio para el espíritu de sus feligreses. La remota moral que predica y representa el sector inmovilista no es hoy muy aceptada, aunque con los nuevos aires que recorren el mundo político, quién sabe. Lo cierto es que en la película se apuesta por el pensamiento más liberal, se cerca a la ortodoxia y se señala el camino a seguir, finalizando con el triunfo de este sector a la hora de nombrar el nuevo Papa.
Dicho esto me pregunto, ¿ha sido este sector progresista el que ha provocado la película, para marcar el camino a tomar? ¿Con qué finalidad se hace, con la de salvar la institución como tal, o la de crear un creo religioso fuera de la ortodoxia más lleno de espiritualidad? ¿Es gente fuera de la institución la que ha hecho valer estos principios y provocar la película para llevarla a ellos a un futuro? No lo sé, lo que sí sé es que está hecha con rigor, y que el clima y la actuación de sus protagonistas es de diez, y la aceptación de sectores sociales marginados no reconocidos como iguales, caso de las mujeres, tratan en ella vía sus monjas de resarcilas y ganárselas.
¿Estamos pues ante una postura deseada, o ante algo aceptado para hacer posible la supervivencia de la iglesia como institución? Ellos son los que tienen la respuesta.
Ya he dicho que no sé qué ha instigado la creación de la película, pero sí que está es quizá el camino adecuado para que la iglesia salve los muebles, que es el de la espiritualidad, pues el de la ortodoxia dogmática ya hace mucho que la ciencia se lo hizo imposible.
Sea por los motivos que sea, con Cónclave han hecho una película certera, valiente y oportuna y por tanto digna de ser vista y valorada, ahora más que nunca dados los aires contrarios que invaden el mundo de la mano de la política.