DE
MALLADAS, DE SU CRIMEN Y SU HISTORIA, por José Luis
Sánchez-Tosal Pérez
De eso va
el libro de Luis Roso que había visto en el escaparate de la
librería Érase una vez, y me llamó la atención por la
relación de mi abuelo con Malladas. Pero mi desafección hacia las
novelas de crímenes llenas de misterios extraños y fuera del vivir
diario me retrajo de entrar a comprarla, a pesar de la relación
familiar con el lugar.
Después
me enteré de que se iba a hacer la presentación del libro aquí en
Ciudad Rodrigo, cosa que aproveché para acercarme, y con la
intención de enterarme de qué va y así quizá evito tener que
leerlo.
Allí sé
por primera vez de la historia del crimen de Malladas, y de la
infamia cometida con los que no lo cometieron, cuestión esta que es
la trama y asunto principal del libro.
Terminó
la presentación y llevado por saber más de esa infamia, y de por
qué nunca la mencionó en casa mi madre llego a la conclusión de
que la ignoraba, ¿pero y mi abuelo, que los llevó y vivió allí
acto seguido del suceso? Compro el libro, lo hice, justo es
reconocerlo, desde el desagrado a ese tipo de literatura policíaco
criminal, pero atraído ya por lo contado en la presentación, aunque
aún temiendo que me lo tenga que tragar, para saber del lugar que
habitó mi madre en su niñez y del que tanto hablaba.
En casa,
encontrado el día y el momento, me dispongo a hacer el esfuerzo de
leerlo. Pues bien, no había terminado ni tan siquiera entera la
primera página, y mi preocupación pasó a ser otra, ahora era la de
cómo me las iba a arreglar para no moverme hasta acabarlo.
Ciertamente acerté, pues contiene oro. El estilo y la facilidad con
que se lee, la forma de contar el horrible crimen, los enlaces con
los poderes que lo deforman, hasta cometer una infamia aún mayor que
el crimen, con los falsos culpables que crean, -ay el poder…
siempre tan sucio y feo- me atrapó.
Por el
libro circula toda la historia de toda la mitad del siglo XX española
extendiéndose hasta el final de este, con los poderosos personajes
del momento, y la relación que todos llegaron a tener, empezando por
los caciques locales y provinciales, así como la crema social de
Madrid, y los máximos responsables políticos, hasta llegar al rey,
sin que dejasen de entrar en el suceso también los partidos
políticos, los agentes sociales, sindicatos, y las más destacadas
feministas del momento, así como los intelectuales, y entre ellos
Unamuno del que Luis Roso nos cuenta su posicionamiento y hacer sobre
el crimen.
¿Cómo
un suceso, desde un apartado rincón de la apartada Moraleja, en
aquella España en que las noticias a lugares cercanos tardaban días
o no llegaban, llegó a epicentro de España, es decir a Madrid y por
extensión a todo el país, eso sí con los hechos muy deformados, es
los que nos cuenta el autor, sus porqués, los cómos, y los quienes?
Lo hace de una manera magistral, haciendo que todo lo intrincado de
los procesos judiciales y de las tramas resulte fácil, comprensible
y visible. De esta manera, nos entrega quizá la más completa imagen
histórica que de nuestro siglo XX podamos tener, por lo que yo me
atrevo a recomendarles que lo lean, pues merece la pena, se
encontrarán con un libro que no es novela ni deja de serlo, y de
cómo trataron de borrar la historia que una vez contada por Luis
Roso es la mejor historia de aquella época, así como la de un
crimen que los que por él pagaron no eran los criminales, y lo que
es aún peor, no dejaron de serlo hasta nuestros días, en el que
este libro lleno de trabajo, humanidad y justicia lo ha hecho.
En mí
además ha hecho más, pues me ha quitado el prejuicio sobre la
novela policíaca, la cual al fin y al cabo lo que hace es narrar
sucesos graves y sorprendentes para los sujetos que los padecen, y si
no lean El crimen de Malladas, con su narración de sentencias
y decisiones políticas injustas para las personas que las sufrieron
y salvación de los verdaderos culpables. Y que bien nos sitúan, más
si como en este caso son reales e históricas, en el mundo que
sucedieron, y en los hechos cotidianos y “normales” del día a
día. Además a mí no sólo eso, además me ha llevado a hacerme
preguntas personales con respecto al lugar de Malladas, puesto que
casi acto seguido de los crímenes, llegó a él mi abuelo con su
único hijo y sus cinco hijas, todas pequeñísimas, que trajo al
mundo. También a despertarme remordimientos por no haber atendido el
deseo de mi madre ya en los finales de su vida, cuando me pidió que
la llevara a Malladas, con lo que no sólo habría satisfecho su
deseo, sino que ahora podría tener una idea mejor de lo que
significaba y fue el lugar para ella. Pero todo esto, y del por qué
mi abuelo abandonó Malladas al estallar la guerra es otra historia
que no forma parte de la historia que hoy nos ocupa, puesto nada
tiene que ver en lo que hoy ponemos nuestra atención, que es el
libro, en el que no se narra como historia ni deja de hacerlo, para
contar la mejor historia de nuestra España del siglo XX. Y el que al
leerlo no dejarán de vivirla, pues es lo que se hace leyéndolo, y
hagan como él, no se centren en las truculencias del crimen, que las
tuvo y grandes, sino en ver la mejor foto de aquel tiempo, y con el
ajuste de cuentas con la verdad, como el mismo autor de El crimen
de Malladas nos dice que pretende.
No quiero
acabar sin dejar de hacerme estas preguntas: ¿Qué es lo que
realmente promovió al abogado Manuel Telo, a pesar de las
inconveniencias y persecuciones personales que a él le trajo, para
que hasta el final de sus días, ser el único que persistió y luchó
por el esclarecimiento de la verdad y la libertad de esos pobres
desamparados y condenados injustamente? ¿Su ego personal que no dio
su su brazo a torcer, o la piedad por ellos, y el amor y las ansias
de justicia? Así como también me pregunto, ¿y hasta cuando Emilio
Herreros, abogado acusador del proceso y diputado en aquel entonces
por Coria en la Diputación de Cáceres, a la vez que su presidente,
así como el director del diario El Bloque, en la que se
publicó una crónica que fue una obra maestra de desinformación del
crimen de Malladas, hechos de los que él tenía clarísima
conciencia de que eran mentira y la promovió, a sabiendas de la
inocencia de los hombres acusados del crimen, va a seguir teniendo a
su nombre una calle en Cáceres?
Termino
ya dicho esto, no sin poder agradecer a Luis Roso el esfuerzo de
investigación tan enorme hecho para llevar a cabo el esclarecimiento
del suceso, que es tan de justicia como injusto fue lo sucedido, y
que de su mano queda en cierta medida resarcidos los condenados y
ofendidos, por la justicia y todos aquellos que formaban el feo
entramado social de esta histórica historia de nuestra España del
siglo XX.