ÚLTIMA TRAVESÍA, por José A. Blanco
Oculto
en el acantilado observa como las olas rompen a latigazos contra las
rocas. De la tarde queda la marea que sube para ahogar sueños. El
destino siempre se ceba con los más humildes hasta dejarnos huérfanos de
dignidad, pensó una vez encaramado en el miedo. En la balsa no hay
espacio para más crueldad. Un niño llora en los brazos de su madre
mientras ruge despiadado el mar ajeno a llantos, sobresaltos y miserias.
De madrugada un frágil cuerpo inocente yace inerte en la playa y el
mundo se estremece.