LO COTIDIANO, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
Se nota que los días se achican en la tardanza en aparecer la hora rosa de mañana, y en lo algo más presto que lo hace al atardecer, aunque como todo lo que es cotidiano antes o después hace su aparición: los sones de gaita y tamboril en los pueblos serranos, la avalancha de gente a las piscinas y a las orillas de los ríos, la crecida humana en todos y cada uno de nuestros pueblos, el problema de aparcar en todas las calles durante este mes, las cigarras que con el calor andan desbocadas, y el trasiego que es un no parar en la preparación del día de la fiesta en todos los pueblos.
Y así un año y otro, sería lo que llamamos por tanto, valiéndome del título del artículo de Víctor Esteban, lo normal, publicado en este blog, por cierto tan certero como bien escrito.
Pues bien, este año nos aporta una novedad, si no tan desgarradora como el normal estado de aceptar la anomalía de una sociedad en guerra como normal, sí tan dañina en otro orden como este, que es la existencia continua y cotidiana de aviones y helicópteros surcando nuestros cielos, para apagar fuegos. Que si en un principio nos sobrecogían, ahora lo aceptamos como un estar cotidiano el ir y venir a todas horas, sin ya aprestarnos ni casi tan siquiera a saber a donde se dirigen a luchar contra el fuego.
Que esta cotidianidad se haya convertido en normal, dado que lo que va de año ya se han quemado en España casi el cinco por ciento de su superficie de foresta, es un auténtico disparate pues lo que arde, es la casa donde habitamos, y a la que o bien por acción o por lo contrario, nos estamos cargando entre todos.
No sé cuánto tiempo esta tragedia va a estar entre nosotros, que son las guerras y desastres ecológicos, a estar entre nosotros, como normales y continuos, o nosotros entre ellas, sin que nos terminen haciendo la vida imposible. Sí sé que sería incapaz de saber el número de aviones que hoy han cruzado el cielo, bueno, ni siquiera de los que lo han hecho mientras escribía este artículo, pues eso hemos normalizado su cotidianidad. Lo que esta actitud nos pueda traer ya es harina de otro costal, pero me da que esta no es muy digerible a no muy largo plazo.
