PONGÁMONOS EL ALMA, por José Luis Puerto
Hay una hermosa invitación, que se halla en un verso de un significativo poema del peruano César Vallejo, titulado “Los desgraciados”, que se encuentra en ese poemario tan estremecedor que es Poemas humanos. En ese verso, el poeta nos invita de este modo tan sobrio, pero tan decisivo: “Ya va a venir el día, ponte el alma”.
El poema más hondo y hermoso que conozco en torno al alma es obra de la poeta polaca Wislawa Szymborska (1923-1012) –léanla, saldrán muy transformados–. Y, en él, advertimos que en nuestro mundo el alma es como un animal herido, un animal acosado por todo tipo de materialismos y de intereses, un animal que ha de protegerse en su guarida, una guarida que se halla dentro de cada uno de nosotros.
Desde hace tiempo, distingo sobre todo dos tipos de personas, y también de instituciones y situaciones: las que tienen alma y las que carecen de ella. Y, a lo largo de mi transcurso vital, siempre he tratado de orientarme hacia los seres y ámbitos que tienen alma. ¡Son tan pocos! Escasean. Tratan de protegerse en su guarida, en su ámbito, para no desaparecer.
Leopoldo María Panero es autor de un poemario con un hermoso título: Guarida de animal que no existe. Podría ser el alma, ese animal que no existe. Esa especie maravillosa que, debido a las incurias y profanaciones de tantos seres humanos, se halla en trance de extinción.
La peor experiencia de mi vida es haber sido docente, durante unos años, en un centro educativo que no tenía alma. Y cómo se notaba. Y cuán a contracorriente había que ir para tratar de inculcar en el alumnado las huellas de un humanismo que en aquel ámbito no interesaba para nada.
Pero he tenido también la fortuna de haber estado en contacto, y de seguir estándolo, con seres que tienen alma, que viven en ese reino del día, de la luz, para cuyo advenimiento César Vallejo nos pide que nos pongamos el alma. “Ya va a venir el día, ponte el alma”.
Hablábamos hace escasas semana sobre la libertad; esa libertad que el poeta Miguel Hernández nos indicaba que había que ganarla día a día, con nuestro existir y nuestra sangre: “Para la libertad, sangro, lucho, pervivo”… Otro modo de hablarnos sobre el alma.
Pero alguien, que vocea el nombre de la libertad en vano, luego trata de prohibir que se recojan firmas o que se distribuyan determinados papeles en defensa de lo público, de lo que es de todos y está al servicio de todos.
Pongámonos el alma, preparemos y defendamos los territorios de la luz, del día, de lo abierto, de lo que es de todos y para todos.
César Vallejo, ese poeta tan hondo como luminoso, una de las voces líricas contemporáneas más altas de nuestro idioma, nos lo dejó dicho: “Ya va a venir el día, ponte el alma”.