Al bajar del avión en Marco Polo, un breve trayecto en autobús nos acercó a la estación.
Unos minutos y el olor de un expreso escapar…
Cruzamos el suelo de cristal del puente de Calatrava, arco único central en acero lacado en rojo, espina gigante de pez, moderno nexo de unión con la ciudad y el transcurrir del tiempo a lo largo de la historia.
Amanece cada día, las horas se asoman entre contraventanas venecianas que abren a los sueños de los canales sobre los que flota la ciudad mágica.
Es temprano, se posa el encanto rosado en el serpenteo de la luz, que acompaña y estrecha el diálogo de colores desvaídos, sobre las fachadas que alberga cada una de las islas.
Suspendidos entre azules, se desperezan los estilos de los Palacios, madrugan las galerías de arcos bizantinos, nos hace un guiño el gótico florido en bandas perforadas, los pómulos renacentistas irisan con suave sol las plantas nobles, mirándose todos ellos en las dos orillas que acompañan al Gran Canal.
Calles de agua, dan paso al encanto, el día se prepara, la ópera va a comenzar, vaporettos y lanchas abren sonidos, la obertura de las gaviotas empieza ya, góndolas engalanadas en la orquesta, melodías que mecen el agua dulce de la laguna y el agua del mar, bajo puentes que conectan las Ca’. Quizá esta tarde, culmine Verdi en el teatro de La Fenice…
Un instante en el puente Rialto para guardar, mientras admiras barroco veneciano y neoclásico en algún Palacio más.
En piedra de Istria, la belleza de Santa María della Salute se refleja en la esfera de oro de la Dogana, donde “Ocasio” nos regala fortuna.
Un traghetto cruza para culminar con la exultante y maravillosa Piazza San Marco, la luna va asomando su redondez, forma la sexta cúpula abulbada de la Basílica, pinceladas bizantinas, columnas, arcos, tímpanos dorados, policromados, vuelan creando destellos en nuestros ojos que a su vez descubren el sonido del Campanile. Son las cinco.
El atardecer va anaranjando el irisado de los matices del perfil de la ciudad, que da comienzo a un ambiente precarnaval, vuelan confetis y al caer colmatan de colores, el desgastado empedrado.
La luz se vuelve tenue, mira a otro lado y se liberan las máscaras, “bauta”, tricornio y capa, plumas sobre antifaz de terciopelo, sedas y brocados cobran vida en trajes de época para iniciar el baile de carnaval que se realza con las cresterías del decorado del Palacio Ducal y el sonido de la torre dell Orologio.
Incandescencias y escaparates iluminan el recorrido de las calles principales, entre el olor de las trattorias, el colorido de las máscaras artesanas y las fantasías en cristal de Murano.
La noche se esconde en el laberinto de sus callejas, la luna va dejando su reflejo en las aguas calmas de la laguna, hasta encontrar de nuevo la hora azul para comenzar otro bello día. “Venecia entre azules”
Unos minutos,
el olor de un expreso escapar,
un sonido metálico,
cucharillas sobre loza,
un capuchino pide una nube,
la máquina da un golpe de vapor.
Un sorbo de música
de ritmo con sabor veneciano,
se evapora entre el ruido de fondo
del tráfico rodado y el claxon,
que hacen regresar
desde la estación.
Clara Blázquez Sánchez
Venecia 04/02/23. 14/02/23
