CÓMO SE ARREGLAN, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
Ha
sido un día de mucho calor, al ir la tarde avanzada me atrevo a
salir en busca del fresco en la Alameda. Llevo
conmigo a mis nietos que casi sin haber llegado están ya metidos en
el agua, juegan y chapotean sin cansarse, mientras yo refugiado a la
sombra
y entre la brisa que ya corre procuro vigilarles.
En El Picón hay mucha gente, toda en bañador y toda entrando y saliendo del agua. Niños que juegan, mamás que en corro sin dejar de hablar no les quitan el ojo, parejas que se miran y acarician, corros de jóvenes que juegan y chillan, la terraza del chiringuito es el lugar de encuentro de personas que a veces sólo se ven de verano en verano en corros de cháchara relajada y distendida. Los mozalbetes se exhiben ante las jovencitas con sus habilidades futboleras, y la valentía tirándose de la compuerta, mientras las chicas observan con la intuición que sólo el género femenino tiene.
Cuando ya el sol se va acostando en Portugal, y el aire viene más fresco, los núcleos familiares se congregan al rededor de una cesta de la que poco a poco va saliendo para merendar todos. Después los abuelos sentados en sillas hablan y miran a sus nietos, que nunca se cansan de jugar, y entre los que sale un bebé llorando y corriendo hacia ellos.
La tarde avanza hacia la noche, nadie aún se levanta del lugar, no hay prisa por volver al piso y se exprime el último rato, quizá el mejor, ya relajados de los avatares del día, en este el aire corre más fresco, y nada incita a volver al piso.
Mientras, los niños, siguen a lo suyo jugar y nadar, el padre se deja en la silla acariciar del aire, cuando la madre está ya pensando en recoger, los abuelos siguen sin quitar el ojo a los nietos metidos aún en el agua. El sol se va, la noche llega despacio, entre brisas y brillos en el agua, algunos ya van encaminándose a los numerosos coches que cercan el lugar, van sin ninguna prisa, con el feliz rato pasado, y con la seguridad de que mañana lo van a encontrar en el mismo sitio, conscientes de todo el lujo que esto supone. Y preguntándose ¿y en los pueblos que no tienen un sitio así, cómo se arreglan?