¡QUÉ MARAVILLOSO DÍA!, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
Sentado
en mi mesa de trabajo, leyendo y reviviendo los ya lejanos días de
mi niñez espero la llegada de mis nietos Sacha y Lía a por sus
Reyes. Van a hacer doce años pronto, y por tanto creo deben
de saber que los mágicos reyes son los padres y los abuelos. Eso sí,
no han comentado nada, no sea que se acabe el chollo, y es que aún
no saben que el tener padres y abuelos es el mejor regalo que nos da
la vida. Ahora que los míos ya no están así lo siento, y con su
ausencia entro en la nostalgia de tantas cosas que nos dejamos en el
camino de la vida. Yo, entre ellas, un hijo, que si es cierto el
dicho de que estamos vivos mientras somos recordados, él está aún
entonces muy, muy, vivo, pero eso sí, envuelto en una enorme
tristeza nostálgica.
Y en estas ando esta mañana de Reyes, gris y fría, pero que no apaga mis recuerdos de las alegrías de esta fecha cuando fui un niño con suerte al que nunca le faltaron buenos juguetes, y que he podido ver han tenido mis hijos y mis nietos, mientras aguardo con impaciencia la llegada de estos, aun sabiendo que saben aunque no lo digan que lo de los Reyes es un cuento. Eso sí, ¡qué maravilloso cuento!, mientras este no lo es para los niños… y para los mayores que contemplan sus ojos de asombro y qué feliz sigue siendo el día cuando ya saben pero no nos lo dicen, a pesar de sus agradecidos ojos al mirarnos.