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07 septiembre 2025

CUENCO DE LA MANTECA, por José Luis Puerto

CUENCO DE LA MANTECA, por José Luis Puerto - Ateneo Virtual Mirobrigense – Ciudad Rodrigo

José Luis Puerto
CUENCO DE LA MANTECA, por José Luis Puerto

    El pasado 29 de agosto, nos reuníamos varios poetas y profesores, en La Bañeza (León), para participar en la tercera jornada del curso de verano, organizado por la universidad de León, con el título de “Antonio Colinas. Poesía: palabra e imagen”, junto a la Casa de la Poesía. Fondo Cultural Antonio Colinas.

    Nos reuníamos, sí, diversos poetas amigos, cada cual con su cometido en tal jornada del curso. Por la mañana, realizaron lecturas de sus poemas el granadino Antonio Carvajal, un clásico contemporáneo, sabio en varios asuntos y materias, presentado por el palentino-madrileño Javier Lostalé, quien leería a continuación, presentado por el zamorano Ezequías Blanco, el tercer poeta en leer y al que yo mismo presentaría, ya que nos conocemos, pues coincidimos en nuestros estudios salmantinos de bachillerato y universitarios, en la facultad de letras.

    Un encuentro, al tiempo amistoso y bajo el signo de la palabra poética, que, si seguimos el razonar heideggeriano, actúa y se constituye como verdadera casa del ser, ya que nos ilumina y da sentido, nos proporciona belleza y nos acoge y nos sana, al tiempo que nos da cobijo, ante tanta intemperie.

    Antonio Carvajal, al tiempo que leía sus poemas, dando un repaso a su dilatada y hermosa obra, indicaba dos cosas llamativas: la importancia del no, de decir no y de practicar el no, frente a tanta barbarie como nos asola en este tiempo en que vivimos; y recordaba esa recomendación que, como profesor universitario en su Granada natal, hacía a sus alumnos: leer dos libros decisivos, como son los Evangelios y el Manifiesto Comunista, de Marx y Engels.

    Javier Lostalé, poeta de la búsqueda del amor, a través de una palabra iluminadora y cordial, amigo de Vicente Aleixandre (a la sombra de cuyo paraíso creció como ser humano y como poeta), periodista en Radio Nacional de España y creador de ese programa mítico como es ‘La estación azul’, nos transmitió una palabra acariciadora y suave como la seda.

    Y, en fin, Ezequías Blanco, en su lectura, trazó un repaso de su propia obra poética –no olvidemos que cultiva la poesía y la narrativa–, en la que el ser y el mundo se dan la mano, a través de una palabra, aparentemente marcada por la extrañeza, pero, sobre todo, para nosotros, bajo el signo siempre de la cordialidad y el afán de entender lo que somos y lo que nos ocurre.

    Uno de sus poemas aludía al cuenco de la manteca; sin duda, a partir de una experiencia campesina, de su origen zamorano, en la comarca benaventina del Valle. Ese cuenco de la manteca que, en principio, alude a la subsistencia, a la nutrición…, pero que, transformado por el telar de la memoria, se convierte –y así ocurre en su poema– en verdadero símbolo de la poesía.

    El cuenco es acogimiento, frente a cualquier intemperie. La manteca es sustancia que, como la palabra, proporciona vida, frente a cualquier inanición y a cualquier desamparo.

    Como el curso aludía a esa doble condición que imanta la poesía, de palabra e imagen. Esta última, encarnada en la llamada poesía visual, estuvo representada –en sesión de tarde– por el poeta leonés-catalán Gustavo Vega, quien realizó un taller sobre la visualidad con los alumnos matriculados en el curso. Y por las disertaciones del profesor universitario leonés, de origen gallego, Roberto Castrillo y mía, sobre la poesía visual a lo largo del siglo XX y arranque del XX.

    En la Universidad de León, co-dirigí la colección ‘Plástica & Palabra’, con el profesor Javier Hernando, que editó quince libros de artistas y de poetas visuales; y, en el presente, co-dirijo, con Roberto Castrillo, la colección ‘Caligramas’, más inclinada hacia la poesía visual.

    Antonio Colinas, presente en todos los actos, ya que tales cursos universitarios de verano, gravitan en torno a su obra, tuvo palabras muy atinadas y conocedoras, en el taller de poesía que tuvo lugar también por la tarde y en el que participaron los alumnos con aliento creador.

    Fraternidad de la palabra, fraternidad de la poesía. La poesía como casa de la fraternidad, en la que –como indicara la revista malagueña ‘Caracola’, dirigida por Bernabé Fernández Canivell– cabemos todos.

CUENCO DE LA MANTECA, por José Luis Puerto

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