UN BILLETE DE METRO, por Clara Blázquez Sánchez
Al alba,
se despereza lentamente
el intercambiador entumecido.
Un billete de metro
gira
el torno demasiado deprisa,
las escaleras mecánicas descienden
hasta la línea gris circular…
Mientras caminaba por el andén, ensimismada, Mar de Cristal amanecía. Diversidad de rocío fluía sobre el entramado de vías, bajo la carcasa soñolienta. La caja de música sonó al llegar a la estación. Ella giró sobre medias puntas su languidez entre sonidos de anchas y extrañas miradas distraídas en el borde. Atento, el vagón latió metálico, la envolvió en cálida pintura metalizada. Como cada día, acomodó su tristeza y leyó poesía entre líneas.
_Sol entre poemas dialogados, un mar de besos en Vicente Aleixandre, un instante en Las Musas, la elegía de Miguel Hernández, el perfume de Las Rosas, Concha Espina, mis flores poesías, Las Suertes recitadas con rimas en La Fortuna para pintar azul en Rubén Darío; La Estación del Arte, papel de bocadillo con sonetos de Quevedo y aquel poema en Puerta del Ángel hacia el camino con Antonio Machado…parada en Esperanza a alcanzar un Lucero y secar una lágrima de Estrella. En Cuatro Vientos las estaciones tiñeron de colores vivos la red de líneas sobre el plano, sonrió, (hasta mañana) al cerrarse las puertas automáticas. Alma en línea…
Una amplia sonrisa
en un sutil plié,
y giro…
Subió la alegría distraída
entre cintas de colores,
besos y versos,
ni antes ni después,
en un delicado vuelo, al paso
por cada leve peldaño
rimado al compás
de sus medias puntas.
Un billete de metro
Puerta de La Colada.
La estación
tornada primavera
sobre un río de amapolas,
el rubor de una muralla
da reflejos a un collar
de almenas soleadas.
Brisa fresca de besos
sobre el castillo, chal
tejido de atardecer e hilo
de luz encontrada.