Empecemos por situarnos ante el responsable del problema y motor de acción de todos estos hombres estrambóticos, por llamarlos de alguna manera, que están acudiendo al poder cada vez en más distintos lugares del mundo. Se trata del capital, algo que nadie nombra, y es el responsable último de todo lo que nos viene sucediendo no bueno en los últimos cincuenta años. Por cierto, cada vez son sucesos más amenazantes y preocupantes. Historiemos con el fin de situarnos mejor: desde finales del siglo XIX hasta ahora nunca la humanidad avanzó tanto de manos del capital, pues sus progresos científicos y descubrimientos han cambiado nuestra vida y dando soluciones a grandes problemas sociales, sanitarios o económicos de todo tipo. Con el capitalismo se han extendido por todo el mundo las democracias parlamentarias, e incluso se da la gran paradoja de que China es un sistema capitalista dentro de una dictadura comunista.
Ahora bien, dicho esto, a partir de los años ochenta con la operación de Reagan en Estados Unidos y la de Thacher en Inglaterra y con la aplicación por parte de ambos de las políticas nacidas en 1947 en la villa suiza de Mont Pelerin de la mano de Friedrich Hayek y los treinta y seis intelectuales convocados por él, y más tarde la Escuela de Chicago comandada por Milton Friedman que en los años setenta empezaron a aplicarse en el Chile de Pinochet. Nacía el neoliberalismo, al que la democracia no le hacía falta, tan poca que la destruyó sanguinariamente, con el apoyo de los liberales de Mont Pelerin.
Después todo un crecimiento por el globo, hasta llegar al mundo de hoy triunfante y con las izquierdas derrotadas y desunidas. ¿Pero cuál es el mundo de hoy? Pues un mundo que ha crecido en la desigualdad desde 1980 hasta nuestros días, pues la brecha de los ingresos promedios del 10 % superior y el 50 % inferior de las personas ha pasado de ser 8,5 veces mayor a serlo 15. Desde 1990 el 1 % más rico se lleva el 38 % de toda la riqueza, mientras que el 50 % inferior sólo recibió de 2 % de ella. Actualmente el el 10 % más rico de la población mundial recibe el 52 % del ingreso global, mientras la mitad más pobre de la población sólo percibe el 8,5. Y esto es más acusado hablando en términos de riqueza, pues el 10 % más rico de la población mundial posee el 76 % de toda ella, y la mitad más pobre de la población mundial sólo se apropia del 2 % del total. En promedio por persona, eso equivale a una diferencia de riqueza individual del 190 a 1 entre ambos grupos. El Credit Suisse Research Institute señala que las brechas son aún más grandes pues la mitad inferior de la población posee menos del 1 % de la riqueza total, mientras el 10 % más rico posee el 88 % y el 1 % el 50 % de la riqueza mundial.
Pensar que con estos datos estamos en un mundo feliz es como creer que las zorras no comen gallinas. Ahora bien, por qué y cómo se sostiene, pues con tres patas principales, una las democracias que se las está vaciando de forma blanda de poder y contenido, a través de unos medios de información de su propiedad, y aumentando el gasto en las campañas electorales, pues el 40 % del dinero que se gastó en elecciones lo realizó el 1 % más rico de la población, casi la mitad del dinero destinado a lanzar a los candidatos a las elecciones presidenciales en 2016 en Estados Unidos provino sólo de 158 familias. Fuera de este mundo aun jugando a demócratas e incluso a veces en el mismo se actúa por la fuerza siempre que no se acepten sus reglas, pues creo que ningún gobierno puede actuar con las manos libres si muestra la más mínima intención de modificar las reglas establecidas en el marco de juego en que se deben actuar a la hora de tomar decisiones económicas. Esto queda patente con los 981 intentos de golpe de los cuales 441 fueron llevados a cabo, 349 fracasaron, de los que 350 fueron inspirados por Estados Unidos, el cual entre 1991 y 2022 realizó 251 intervenciones militares. El Reino Unido ha llevado a su vez 83 en 47 países y por su parte Francia 135 en África. Y por último una tercera desde el apoyo de la misma población, que visto cómo merman todas sus posibilidades de vivir con algo de desahogo, y mirando el panorama se adhieren a la polarización que tiene la extrema derecha como principal motor, pues se ha convertido en el instrumento más eficaz para frenar la transformación de nuestras sociedades; es la forma más sutil y lograda de conseguir que nada cambien cuando la mayor parte de la población se siente desposeía. O sea, la versión más moderna y perfeccionada de “El gatopardo”. Todo esto añadido a los malos tratos del capitalismo neoliberal actual que ha generalizado el llamado lawfare -la instrumentalización de la justicia para perseguir políticos de izquierda-, las cacerías mediáticas, a la presión de los “mercados” que frenan el avance de los gobiernos de estado con nuevos golpes de estado. La realidad y la experiencia, pues, es que el capitalismo ha mostrado que juega sucio, y que la libertad y el respeto a las instituciones, a la ley y a la integridad de las personas llegan solamente hasta donde se comienza a poner en peligro, aunque sólo sea muy moderadamente, los intereses y privilegios de las grandes empresas y finanzas.
Y dicha toda esta información basada en el libro titulado “Para que haya futuro”, de Juan Torres López, la pregunta es si puede ser ignorada no por la ya tan manipulada ciudadanía de a pie sino por los líderes políticos. Y me pregunto esto al filo de la segunda visita del presidente argentino Milei a España, auspiciada por la presidenta Ayuso, donde se le ha jaleado como un defensor de la libertad, esa tan ensalzada por el neoliberalismo gobernante y que esconde daños mundiales como estos, que en el año 2020 de los 7.821 millones de personas 3.000 millones no tengan instalaciones básicas para el lavado de manos, 2.600 millones usan fuentes energéticas nocivas para cocinar, 2.200 millones no contaban con servicios de agua potable, 2.000 millones carecían de retrete, 1.800 no disfrutaban de una vivienda digna, y unos 900 millones vivían en asentamientos informales, 1.000 de niños morían cada día por falta de agua, y unos 750 millones no tienen acceso a la electricidad. Mientras, en Estados Unidos desde 1970 este neoliberalismo ha transferido 600 mil millones de dólares cada año de la remuneraciones del trabajo a las del capital.
Y llegados aquí, y al hilo de la visita me pregunto, en qué condiciones estará la población argentina en no muchos años, y de qué libertad y de la de quién los neoliberales Milei y Ayuso hablan, y si la jalean desde el desconocimiento o a sabiendas de todo esto. De cualquiera de las dos maneras cómo se puede llegar a ser presidente y qué podemos esperar y qué pueden traernos estos líderes, que nos están creciendo actualmente como setas por todo el globo.
