TOREAR DE SALÓN, por José Luis Sánchez-Tosal Pérez
Este fin de semana ha habido varios actos, con el fin de dar a conocer el patrimonio histórico y el tradicional, nada más y nada menos que a los profesores rurales, a los que imparten las clases por nuestros pueblos. Es por tanto esta iniciativa algo muy importante, pues sabido es que sólo hay una manera cierta de amar y es desde el conocimiento, y si en nuestra tierra sus propios habitantes desconocen de esta tanto su patrimonio histórico, como nuestras tradiciones y folclore, mal van a sentirse identificados con ella y quererla, y por tanto defenderla.
Fue el viernes pasado en la UNED de la mano de Emilio Martín Serna y de José Ramón Cid Cebrián, cuando se hizo una extensa exposición tanto del patrimonio material como del inmaterial para todos los docentes que llenaban la sala.
A mí no me cabe la menor duda de que después de estas, tendrán los profesores más armas y motivación para transmitirle los valores de ese patrimonio a sus alumnos, sembrando así una semilla para amar a nuestros pueblos, que falta le está haciendo dado lo solos que se están quedando.
Ahora bien, personalmente pienso que hay un tercer patrimonio que no salió a escena, que es tan importante si no más que los dos trabajados, y me estoy refiriendo a nuestro patrimonio natural, nuestros bosques, montañas, valles y ríos, entre los cuales habitamos y cuya naturaleza hasta ahora había ido cambiando para bien de la mano de sus habitantes, que nos lo habían dejado excelentes condiciones. Y el cual ahora está siendo mirado desde la minería e industria como una superficie para explotar, de forma que se puedan obtener altos dividendos en poco tiempo, y dejar destrozado para muchos años nada más y nada menos que el ser habitables. Me estoy refiriendo a la instalación de grandes extensiones de placas solares y a la minería, que están al acecho y pueden destrozar todo, bosques, paisajes, ríos e incluso pueblos, y de lo que para nada se ha mencionado estos días de estudio del patrimonio de nuestra tierra, hoy tan peligrosamente amenazada. No sé si ha sido esto un olvido, un desconocimiento, o un estar allanados ante los poderes económicos que presionan para llevar a cabo estas destructivas actividades sobre nuestra tierra. ¿Cómo se puede tener tal olvido o permisividad ante los encargados de informar y formar a las personas que en esta tierra van a crecer y si no la destruyen vivir en ella? Sea lo que haya sido a mi me da que no es de recibo, y bueno sería rectificar y dar unas charlas con esta parte olvidada o sustraída, puesto que si en ella se destruye su principal patrimonio, que es su naturaleza, y se hace inhóspita para la vida, la defensa de todo lo demás es un vacío inútil o como suele decirse un torear de salón.