CONVERSACIONES CON LA VECINA, por José A. Blanco
Lo
que Inés no sabe es que lo agridulce del kumquat tiene su punto. Te
comes un par a media mañana y tan ricamente hasta la hora del almuerzo;
eso, en tiempos de régimen agónico, es un gustazo o el sueño de una
ilusión desvanecida por la insistencia del colesterol. Vaya cuerpo
serrano se le pone a una sólo con pensarlo…